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viernes, 28 de junio de 2019

Cuando todo va mal - Quando tutto va male






CUANDO TODO VA MAL, CUANTO TODO NO VA COMO NOSOTROS QUISIÉRAMOS...

Cuando todo va mal, cuanto todo no va como nosotros quisiéramos, el suelo se derrumba bajo nuestros pies.
Cuando los hijos no nos escuchan los buenos consejos que intentamos darles, todo bajo nuestros pies, desaparece; parece hundirse en un profundo vacío.
Cuando sufrimos indeciblemente los dolores del cuerpo, y los dolores del alma, miramos hacia el cielo, porque sentimos como si bajo nuestros pies todo se derrumbara.

Cuando todo va mal, cuánto nos cuesta levantarnos del letargo de las apariencias.
Cuando todo va mal, apenas miramos el sufrimiento del prójimo, preocupándonos solo de lo “nuestro”, esperando un consuelo, una explicación, una caricia en el corazón, un aliento de animo, y entonces nos damos cuenta, que solo cuando nos va mal y nosotros damos a nuestro prójimo consuelo, explicamos, acariciamos el corazón, y alentamos con ánimo a seguir adelante, solo entonces notamos como todo eso nos es devuelto en mayor medida.

Cuando todo va mal, me acuerdo de una mujer.
Una mujer que he conocido, y que tuvo un hijo. Un hijo difícil de criar porque su situación no era la más propicia, y también porque el niño aún teniendo un corazón de oro, es un poco rebelde, no es una criatura sumisa, le gusta como niño que es, experimentar por él mismo.
Ahora el niño ya es mayor, pero en su juventud, era un niño marginado por los demás niños que no lo aceptaban dentro de sus círculos porque decían que estaba “loco”, que no era como los demás niños eran.
Esta mujer, esta madre, ha sufrido indeciblemente por sacar adelante a su hijo, y siendo joven, hacía cosas peligrosas que comprometían incluso a toda la familia.
Pero el amor que esta mujer tenía por su hijo, no tenía límites. Con una postura digna de madre, y con la autoridad que esta le concedía, siempre reprendía al joven, pero siempre obtenía una explicación pausada y razonada del porqué actuaba así.
Riñas, peleas infantiles, pero que los adultos intentaban desdibujar, desvirtuar para acusar al niño de “loco”, “rebelde”, “desobediente”, “individualista”, “arrogante”, “presuntuoso”, “aventurero”, un “temerario”.
Algunos de estos adultos incluso decían que estaba poseído por un espíritu malévolo.

¡Cuanto tuvo que sufrir esta madre, para sacar a su hijo adelante! ¡¡Cuánto!!

De adolescente también le costaba controlarlo para evitarle riesgos y sufrimientos mayores. A veces volvía tarde a casa, ya era de noche, pero al verlo sano, tranquilo, sereno, sin signos de embriaguez y otras cosas, se quedaba tranquila y sus ojos brillaban de nuevo con una felicidad que no hay palabras para describirla.
También le ha costado muchas discusiones, muchas charlas, porque a veces desaparecía de casa, tomaba un medio de transporte, y se marchaba a otra ciudad sin avisar, sin al menos comunicar sus intenciones.
No, no ha sido fácil, para esta mujer, afrontar el choque natural entre padres e hijos, pero aún así, tenía la serenidad de saber que estuviese donde estuviese, se comportaría honestamente y honradamente.
Ella solo pretendía, explicándoselo, que él, su hijo fuera un hombre honrado y de provecho, y esa seguridad la tenía dentro de ella, porque sabía que la escuchaba con respeto.

Ahora ya crecido ese niño, ese joven, es un adulto responsable, serio, digno de ser escuchado, y que sabe antes de nada escuchar a los demás.
Camina por las calles, y tiene muchos amigos y amigas.
¡¡Que gran diferencia!! La mamá, ahora esta feliz, su vida es más relajada y la alegría ilumina sus ojos de madre cuando viene a visitarla, y la abraza, la besa, la acaricia como si ella, su mamá, fuera su misma hija, la dulzura personificada.
Hay algunos días que viéndola caminar por las calles, al encontrarme frente a ella, veo chispear sus ojos con una luz de felicidad que es difícil olvidar y es entonces, cuando, sin palabras sé que su hijo ha venido a verla. 
Ella ahora es más vieja, pero no mucho, tiene la sabiduría de haber dado todo por su hijo y el conocimiento de cómo afrontar los problemas que la maternidad conlleva en sí misma. La felicidad por tanto sacrificio, llena su alma de Paz, de esa Paz Interior que pocos saborean en la vida.
La gente que la ve caminar, la estima, la respeta, en cierto modo la aman, porque saben todo lo que ha tenido que sacrificar para hacer crecer a su hijo. La saludan con educación, (no todos), pero sí aquellos y aquellas que han comprendido su vida, cómo comenzó todo.

¡¡De cómo lucho, y con tanta humildad muchos han sacado la ayuda para seguir adelante!!
Yo también.
Es toda una leyenda en su pueblecito, la historia de esta mujer, de esta madre, de esta amiga.

Un día, terrible día, le viene notificado que su hijo ha sido detenido, que ha sido acusado de horribles cosas.
Su corazón parecía que quisiera salirse del pecho.
Ella, no puede creerlo, y muchos de nosotros que la conocíamos tampoco, porque ella conoce bien a su hijo, a su adorado hijo, y lo primero que hizo fue correr a los Juzgados en donde lo tenían detenido. Algunos amigos suyos la acompañaron, para tranquilizar su tensión, su nerviosismo y su desesperado enfado.
Entró, tranquila, educadamente, en la judicatura, y se dirigió a aquel que lo había detenido. Solo le dijo: “Señora, he cumplido las órdenes que me fueron dadas tendrá que hablar con otra persona”.
Con el corazón apretado por el miedo que sentía, buscó, habló, intentó explicar que se trataba de un error, que su hijo no era el culpable, que su hijo no era así.
De nada sirvió. Su hijo debería seguir en la cárcel hasta que se celebrase el juicio.
A los pocos días el dolor se acrecentó en su corazón, cuando lo tuvo que ver frente al Jurado, esposado como un delincuente. Cuando su mirada se cruzó con la de su hijo, su “niño”, porque a pesar de ser adulto, siempre sería su “niñito”, él le sonrió intentando calmarle el dolor. De nuevo, en sus ojos brillaron esas chispas de luz y de felicidad llena de esperanza de que todo saldría bien y que de nuevo sentirá el abrazo de su hijo, la dulzura de sus palabras, y la caricia de sus manos.

Al día siguiente lo habían matado, crucificándolo en una cruz de madera tosca.

Por eso cuando todo me va mal, cuando todo no va como a mi me gustaría que fuese, me acuerdo con infinita, innombrable ternura de esta mujer, de esta mamita que después de más de treinta años, y de tantos sacrificios tuvo que ver a su hijo morir sobre una cruz por una falsa acusación.
Por eso cuando todo me va mal, me acuerdo de los ríos de lágrimas que no cesaban de salir de sus ojos, ante su hijo.
Por eso cuando todo me va mal, me acuerdo de ella, y entonces como un milagro divino, me parece que lo que me ocurre no tiene ningún valor, ante lo que Ella ha tenido que soportar, y aún soporta.

Me acuerdo, sí me acuerdo, siempre de Ella, siempre, siempre, siempre.
Ella, el ejemplo de su vida, el ejemplo de su sacrificio, el ejemplo de su indecible dolor purificante y su ejemplo de la humildad que construyó en aceptar lo inaceptable y continuar adelante, hacen que el suelo no desaparezca bajo mis pies en mis momentos duros. Su ejemplo es mi tabla de salvación, ante el mar embravecido de la vida.
Cuando todo me va mal, me acuerdo de ella, y no deseo que los demás se olviden cuando todo les va mal y las cosas no son como ellos quisieran que fuesen.

Siempre, siempre, siempre, me acuerdo de Ella.
También me acuerdo de su hijo, pero creo que también todos ustedes CONOCEN BIEN LA HISTORIA DE SU HIJO, y lo que tuvo que sufrir injustamente, por haber sido injustamente acusado.

Cuando todo os vaya mal y el suelo desaparezca de debajo de vuestros pies, recuerden, recuerden, recuerdenla.
Y recordando sentirán de nuevo latir sus Corazones de luz. El suelo no desaparecerá de debajo de vuestros pies.

En el silencio de mi habitación, vuestro eterno amigo, el Ancestral Reunificador.
Antonio Pastor L.
Vellisca,..... horas del 28 mayo 2018


QUANDO TUTTO VA MALE, QUANDO TUTTO NON VA COME NOI VORRESSIMO...

Quando tutto va male, quando tutto non va come no vorressimo, il suolo crolla sotto i nostri piedi.
Quando i figli non ci ascoltano i buoni consigli che tentiamo di darli, tutto sotto i nostri piedi, sparisce; sembra sprofondare in un profondo vuoto.
Quando soffriamo indicibilmente i dolori del corpo, i dolori dell’anima, guardiamo in cielo, perchè ci sentiamo come se sotto i nostri piedi tutto crollase.

Quando tutto va male, quanto ci costa sollevarci del letargo delle apparenze.
Quando tutto va male, nemmeno guardiamo la sofferenza del prossimo, preoccupandoci solo del “nostro”, aspettando una consolazione, una spiegazione, una carezza nel cuore, un alito di animo, e allora ci rendiamo conto che solo quando ci va male e noi doniamo ai nostri prossimi consolazione, spiegiamo, accarezziamo nel cuore e doniamo alito di animo a consinuare avanti, solo allora notiamo come tutto quello ci viene restituito in maggiore misura.

Quando tutto va male, io mi ricordo di una donna-
Una donna che conosco, e che ebbe un figlio. Un figlio difficile di far crescere perchè la situazione non era la più propizia, e anche perchè il bimbo seppur tenendo un cuore d’oro, è un po ribelle, non è una criatura sottomessa, li piace come bimbo che è, sperimentare da se stesso.
Ora il bimbo è già maggiore, ma nella giovenezza, era un bimbo marginato per il resto dei bimbi che non l’accettavano dentro i loro circoli perchè dicevano che era un “pazzo”, che non era come gli altri bimbi erano.
Questa donna, questa madre, a sofferto indicibilmente per far crescere il suo bimbo, e essendo giovanotto, faceva delle cose pericolose che compromettevano anzi tutta la famiglia.
Ma l’amore che questa donna aveva per il suo figlio, non aveva limiti. Con una postura degna di mamma, e con l’autorità che essa li permetteva, sempre li rimproverava al giovanotto, però sempre otteneva una spiegazione serena e ragionata del perchè attuava così.
Risse, battaglie di bambini, ma che gli adulti provavano sfocare, rendere storti per accusare il bimbo di « pazzo », « ribelle », « dissobbediente », « individualista », « arrogante », « presuntuoso », « avventuroso », un “avventato”.
Alcuni di questi adulti anzi dicevano che stava posseduto da un spirito malevolo.

Quanto ebbe a soffrire questa madre, per far crescere il figlio!
Quanto!!

Da adolescente anche li risultava difficile controllarlo per evitare rischi e sofferenze maggiori. A volte tornava tarde a casa, era già notte, ma vedendolo sano, tranquillo, sereno, senza segni di ebbrezza oppure altre cose, rimaneva serena e i suoi occhi brillavano nuovamente con una felicità che non ci sono parole per sprimerla.
Anche li ha costato tante discussioni, tante chiacchere, perchè a volte spariva di casa, prendeva un mezzo di trasporto, e se ne andava a una altra città senza preavviso, senza nemmeno communicare le suoi intenzioni.
Non, non è stato facile, per questa donna, affrontare lo shock naturale tra genitori e figli, ma ancora cosí, aveva la serenità di sapere che fosse dove fosse, si comporterebbe onestamente e con onore.
Lei unicamente voleva, spiegandoli, che egli, suo figlio fosse un uomo onesto e di profitto, e questa saldezza l’aveva dentro di lei, perchè sapeva che l’ascoltava con rispetto.

Ora già cresciuto questo bimbo, questo giovane è un adulto risponsabile, serio, degno di essere ascoltato e que sa prima di tutto ascoltare altrui.
Cammina per le strade, e ha tanti amici e amiche.
Che grande differenza!! La mamma, adesso è felice, la sua vita è più rilassata e la allegrezza illumina i suoi occhi di madre quando viene a visitarla, e l’abbraccia, la bacia, l’accarezza come si lei, sua mamma, fosse la sua figlia, la dolcezza personificata.
Alcuni giorni vedendola camminare per le strade del paese, incontrandomi faccia a faccia con lei, vedo scintillare suoi occhi con una luce di felicità che risulta difficile dimenticare ed è allora, quando, senza parole so che il suo figlio è venuto a vederla.
Lei attualmente è un po vecchia, ma non tanto, ha la sapienza di aver dato tutto per il fuo figlio e la consapevolezza di come affrontare i problemi che la maternità porta in se stessa. La felicità per tanto sacrifizio, riempi la sua anima di Pace, di quella Pace Interiore che pochi assaporano nella vita.
Oggi la gente che la vede camminare, la stimano, la rispettano, in certo modo l’amano, perchè sanno tutto ciò che ha dovuto sacrificare per far crescere il bimbo. La salutano con amabilità, (non tutti), ma sí quelli che hanno capito la sua vita, come iniziò tutto.
Di come ha lottato, e con tanta umiltà, tanti hanno ottenuto aiuto di questo esempio per continuare avanti!!
Anch’io.
È tutta una leggenda nel paesino, la storia di questa donna, di questa madre, di questa amica.

Un giorno succedí, terribile giorno, li viene notificato che il suo figlio è stato arrestato, è stato accusato di orribile cose.
Il suo cuore sembrava scampare dal suo petto.
Lei, non può credere, e tanti di noi che la conoscevamo neanche, perchè lei conosce bene il figlio, suo adorato figlio, e il primo che fece fu correre ai Tribunali dove era arrestato. Alcuni amici la accompagnarono, per tranquillizzare la sua tensione, il suo nervosismo e il suo disperato arrabbio.
Entrò, tranquilla, educatamente, nella magistratura e parló colui che lo aveva arrestato. Quello solo di disse: “signora, io ho compituo l’ordini che me sono state date deve parlare con un’altra persona”.
Con il cuore stretto dalla paura che sentiva, cercò, parlò, cercò di spiegare che era un errore, che suo figlio non era il colpevole, che suo figlio non era così.
Non ha funzionato. Il suo figlio dovrebbe rimanere in prigione fino a quando si terrà il processo.
Pochi giorni dopo il dolore è aumentato nel suo cuore, quando ha dovuto vederlo affrontare la giuria del tribunale, ammanettato come un criminale. Quando i suoi occhi incontrarono quello di suo figlio, il suo "bambino", perché nonostante fosse un adulto, sarebbe sempre stato il suo "ragazzino", le sorrise, cercando di calmare il dolore. Di nuovo, nei suoi occhi brillarono quelle scintille di luce e felicità piene di speranza che tutto sarebbe andato bene e che di nuovo sentirà l'abbraccio di suo figlio, la dolcezza delle sue parole e la carezza delle sue mani.

Un giorno dopo lo avevano ucciso.
Crocifiggendolo su una rozza croce di legno.

Quindi, quando tutto va storto, quando tutto non va come vorrei, ricordo con infinita tenerezza indescrivibile di questa donna, questa mamma che dopo più di trent'anni, e di tanti sacrifici a dovuto vedere suo figlio morire  su una croce per una falsa accusa.
Quindi, quando tutto mi va storto, ricordo i fiumi di lacrime che non hanno mai smesso di uscire dai loro occhi, davanti loro figlio.
Per questo, quando tutto mi va storto, mi ricordo di Lei, e poi come un miracolo divino, mi sembra che ciò che mi succede non ha valore, davanti ciò che ha dovuto sopportare, e continua a sopportare questa Donna, questa Mamma.

Ricordo, sì, mi ricordo, sempre di Lei, sempre, sempre, sempre.
Lei, l'esempio della sua vita, l'esempio del suo sacrificio, l'esempio del suo indicibile dolore purificatore e il suo esempio dell'umiltà che ha costruito accettando l'inaccettabile e proseguendo avanti, questo Suo Esempio fa che il terreno non scompaia sotto i miei piedi nei miei momenti difficili . Il suo esempio è la mia ancora di salvezza, davanti allo  furente mare della vita.
Quando tutto mi va storto, mi ricordo di lei, e non voglio che gli altri dimentichino di Lei quando tutto gli va storto e le cose non sono come vorrebbero che fossero.

Sempre, sempre, sempre, mi ricordo di Lei.
Ricordo anche suo figlio, ma penso che tutti voi conosciate bene la storia del Suo Figlio, e ciò che ha dovuto soffrire ingiustamente, per essere stato ingiustamente accusato.

Quando tutto vi vada storto e il pavimento scomparva da sotto i vostri piedi, ricordate, ricordate, ricordatela.
E ricordando sentirete i vostri Cuori di Luce battere di nuovo. Il terreno non sparirà da sotto i vostri piedi.

Nel silenzio della mia stanza, vostro eterno amico, l’Ancestrale Riunificatore.
Antonio Pastor L.

Vellisca, ..... ore il 28 maggio 2018


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