CUANDO TODO VA MAL, CUANTO TODO NO VA COMO
NOSOTROS QUISIÉRAMOS...
Cuando todo va mal, cuanto todo no va como
nosotros quisiéramos, el suelo se derrumba bajo nuestros pies.
Cuando los hijos no nos escuchan los buenos
consejos que intentamos darles, todo bajo nuestros pies, desaparece; parece
hundirse en un profundo vacío.
Cuando sufrimos indeciblemente los dolores del
cuerpo, y los dolores del alma, miramos hacia el cielo, porque sentimos como si
bajo nuestros pies todo se derrumbara.
Cuando todo va mal, cuánto nos cuesta
levantarnos del letargo de las apariencias.
Cuando todo va mal, apenas miramos el
sufrimiento del prójimo, preocupándonos solo de lo “nuestro”, esperando un
consuelo, una explicación, una caricia en el corazón, un aliento de animo, y
entonces nos damos cuenta, que solo cuando nos va mal y nosotros damos a
nuestro prójimo consuelo, explicamos, acariciamos el corazón, y alentamos con
ánimo a seguir adelante, solo entonces notamos como todo eso nos es devuelto en
mayor medida.
Cuando todo va mal, me acuerdo de una mujer.
Una mujer que he conocido, y que tuvo un hijo.
Un hijo difícil de criar porque su situación no era la más propicia, y también
porque el niño aún teniendo un corazón de oro, es un poco rebelde, no es una
criatura sumisa, le gusta como niño que es, experimentar por él mismo.
Ahora el niño ya es mayor, pero en su
juventud, era un niño marginado por los demás niños que no lo aceptaban dentro
de sus círculos porque decían que estaba “loco”, que no era como los demás
niños eran.
Esta mujer, esta madre, ha sufrido
indeciblemente por sacar adelante a su hijo, y siendo joven, hacía cosas
peligrosas que comprometían incluso a toda la familia.
Pero el amor que esta mujer tenía por su hijo,
no tenía límites. Con una postura digna de madre, y con la autoridad que esta
le concedía, siempre reprendía al joven, pero siempre obtenía una explicación
pausada y razonada del porqué actuaba así.
Riñas, peleas infantiles, pero que los adultos
intentaban desdibujar, desvirtuar para acusar al niño de “loco”, “rebelde”,
“desobediente”, “individualista”, “arrogante”, “presuntuoso”, “aventurero”, un
“temerario”.
Algunos de estos adultos incluso decían que
estaba poseído por un espíritu malévolo.
¡Cuanto tuvo que sufrir esta madre, para sacar
a su hijo adelante! ¡¡Cuánto!!
De adolescente también le costaba controlarlo
para evitarle riesgos y sufrimientos mayores. A veces volvía tarde a casa, ya
era de noche, pero al verlo sano, tranquilo, sereno, sin signos de embriaguez y
otras cosas, se quedaba tranquila y sus ojos brillaban de nuevo con una
felicidad que no hay palabras para describirla.
También le ha costado muchas discusiones,
muchas charlas, porque a veces desaparecía de casa, tomaba un medio de transporte,
y se marchaba a otra ciudad sin avisar, sin al menos comunicar sus intenciones.
No, no ha sido fácil, para esta mujer,
afrontar el choque natural entre padres e hijos, pero aún así, tenía la
serenidad de saber que estuviese donde estuviese, se comportaría honestamente y
honradamente.
Ella solo pretendía, explicándoselo, que él,
su hijo fuera un hombre honrado y de provecho, y esa seguridad la tenía dentro
de ella, porque sabía que la escuchaba con respeto.
Ahora ya crecido ese niño, ese joven, es un
adulto responsable, serio, digno de ser escuchado, y que sabe antes de nada
escuchar a los demás.
Camina por las calles, y tiene muchos amigos y
amigas.
¡¡Que gran diferencia!! La mamá, ahora esta
feliz, su vida es más relajada y la alegría ilumina sus ojos de madre cuando
viene a visitarla, y la abraza, la besa, la acaricia como si ella, su mamá,
fuera su misma hija, la dulzura personificada.
Hay algunos días que viéndola caminar por las
calles, al encontrarme frente a ella, veo chispear sus ojos con una luz de
felicidad que es difícil olvidar y es entonces, cuando, sin palabras sé que su
hijo ha venido a verla.
Ella ahora es más vieja, pero no mucho, tiene
la sabiduría de haber dado todo por su hijo y el conocimiento de cómo afrontar
los problemas que la maternidad conlleva en sí misma. La felicidad por tanto
sacrificio, llena su alma de Paz, de esa Paz Interior que pocos saborean en la
vida.
La gente que la ve caminar, la estima, la
respeta, en cierto modo la aman, porque saben todo lo que ha tenido que
sacrificar para hacer crecer a su hijo. La saludan con educación, (no todos),
pero sí aquellos y aquellas que han comprendido su vida, cómo comenzó todo.
¡¡De cómo lucho, y con tanta humildad muchos
han sacado la ayuda para seguir adelante!!
Yo también.
Es toda una leyenda en su pueblecito, la
historia de esta mujer, de esta madre, de esta amiga.
Un día, terrible día, le viene notificado que
su hijo ha sido detenido, que ha sido acusado de horribles cosas.
Su corazón parecía que quisiera salirse del
pecho.
Ella, no puede creerlo, y muchos de nosotros
que la conocíamos tampoco, porque ella conoce bien a su hijo, a su adorado
hijo, y lo primero que hizo fue correr a los Juzgados en donde lo tenían
detenido. Algunos amigos suyos la acompañaron, para tranquilizar su tensión, su
nerviosismo y su desesperado enfado.
Entró, tranquila, educadamente, en la
judicatura, y se dirigió a aquel que lo había detenido. Solo le dijo: “Señora,
he cumplido las órdenes que me fueron dadas tendrá que hablar con otra persona”.
Con el corazón apretado por el miedo que
sentía, buscó, habló, intentó explicar que se trataba de un error, que su hijo
no era el culpable, que su hijo no era así.
De nada sirvió. Su hijo debería seguir en la
cárcel hasta que se celebrase el juicio.
A los pocos días el dolor se acrecentó en su
corazón, cuando lo tuvo que ver frente al Jurado, esposado como un delincuente.
Cuando su mirada se cruzó con la de su hijo, su “niño”, porque a pesar de ser
adulto, siempre sería su “niñito”, él le sonrió intentando calmarle el dolor.
De nuevo, en sus ojos brillaron esas chispas de luz y de felicidad llena de
esperanza de que todo saldría bien y que de nuevo sentirá el abrazo de su hijo,
la dulzura de sus palabras, y la caricia de sus manos.
Al día siguiente lo habían matado,
crucificándolo en una cruz de madera tosca.
Por eso cuando todo me va mal, cuando todo no
va como a mi me gustaría que fuese, me acuerdo con infinita, innombrable
ternura de esta mujer, de esta mamita que después de más de treinta años, y de
tantos sacrificios tuvo que ver a su hijo morir sobre una cruz por una falsa
acusación.
Por eso cuando todo me va mal, me acuerdo de
los ríos de lágrimas que no cesaban de salir de sus ojos, ante su hijo.
Por eso cuando todo me va mal, me acuerdo de
ella, y entonces como un milagro divino, me parece que lo que me ocurre no
tiene ningún valor, ante lo que Ella ha tenido que soportar, y aún soporta.
Me acuerdo, sí me acuerdo, siempre de Ella,
siempre, siempre, siempre.
Ella, el ejemplo de su vida, el ejemplo de su
sacrificio, el ejemplo de su indecible dolor purificante y su ejemplo de la
humildad que construyó en aceptar lo inaceptable y continuar adelante, hacen
que el suelo no desaparezca bajo mis pies en mis momentos duros. Su ejemplo es
mi tabla de salvación, ante el mar embravecido de la vida.
Cuando todo me va mal, me acuerdo de ella, y
no deseo que los demás se olviden cuando todo les va mal y las cosas no son
como ellos quisieran que fuesen.
Siempre, siempre, siempre, me acuerdo de Ella.
También me acuerdo de su hijo, pero creo que
también todos ustedes CONOCEN BIEN LA HISTORIA DE SU HIJO, y lo que tuvo que
sufrir injustamente, por haber sido injustamente acusado.
Cuando todo os vaya mal y el suelo desaparezca
de debajo de vuestros pies, recuerden, recuerden, recuerdenla.
Y recordando sentirán de nuevo latir sus
Corazones de luz. El suelo no desaparecerá de debajo de vuestros pies.
En el silencio de mi habitación, vuestro
eterno amigo, el Ancestral Reunificador.
Antonio Pastor L.
Vellisca,..... horas del 28 mayo 2018
QUANDO TUTTO VA MALE, QUANDO TUTTO NON VA COME
NOI VORRESSIMO...
Quando tutto va male, quando tutto non va come no vorressimo, il suolo
crolla sotto i nostri piedi.
Quando i figli non ci ascoltano i buoni
consigli che tentiamo di darli, tutto sotto i nostri piedi, sparisce; sembra
sprofondare in un profondo vuoto.
Quando soffriamo indicibilmente i dolori del
corpo, i dolori dell’anima, guardiamo in cielo, perchè ci sentiamo come se
sotto i nostri piedi tutto crollase.
Quando tutto va male, quanto ci costa
sollevarci del letargo delle apparenze.
Quando tutto va male, nemmeno guardiamo la
sofferenza del prossimo, preoccupandoci solo del “nostro”, aspettando una
consolazione, una spiegazione, una carezza nel cuore, un alito di animo, e
allora ci rendiamo conto che solo quando ci va male e noi doniamo ai nostri
prossimi consolazione, spiegiamo, accarezziamo nel cuore e doniamo alito di
animo a consinuare avanti, solo allora notiamo come tutto quello ci viene
restituito in maggiore misura.
Quando tutto va male, io mi ricordo di una
donna-
Una donna che conosco, e che ebbe un figlio.
Un figlio difficile di far crescere perchè la situazione non era la più
propizia, e anche perchè il bimbo seppur tenendo un cuore d’oro, è un po
ribelle, non è una criatura sottomessa, li piace come bimbo che è, sperimentare
da se stesso.
Ora il bimbo è già maggiore, ma nella
giovenezza, era un bimbo marginato per il resto dei bimbi che non l’accettavano
dentro i loro circoli perchè dicevano che era un “pazzo”, che non era come gli
altri bimbi erano.
Questa donna, questa madre, a sofferto indicibilmente
per far crescere il suo bimbo, e essendo giovanotto, faceva delle cose
pericolose che compromettevano anzi tutta la famiglia.
Ma l’amore che questa donna aveva per il suo figlio, non aveva limiti. Con una postura degna di mamma, e con l’autorità che essa li permetteva,
sempre li rimproverava al giovanotto, però sempre otteneva una spiegazione
serena e ragionata del perchè attuava così.
Risse, battaglie di bambini,
ma che gli adulti provavano sfocare, rendere storti per accusare il bimbo di
« pazzo », « ribelle », « dissobbediente »,
« individualista », « arrogante »,
« presuntuoso », « avventuroso », un “avventato”.
Alcuni di questi adulti anzi
dicevano che stava posseduto da un spirito malevolo.
Quanto ebbe a soffrire questa
madre, per far crescere il figlio!
Quanto!!
Da adolescente anche li
risultava difficile controllarlo per evitare rischi e sofferenze maggiori. A
volte tornava tarde a casa, era già notte, ma vedendolo sano, tranquillo,
sereno, senza segni di ebbrezza oppure altre cose, rimaneva serena e i suoi
occhi brillavano nuovamente con una felicità che non ci sono parole per
sprimerla.
Anche li ha costato tante
discussioni, tante chiacchere, perchè a volte spariva di casa, prendeva un
mezzo di trasporto, e se ne andava a una altra città senza preavviso, senza
nemmeno communicare le suoi intenzioni.
Non, non è stato facile, per
questa donna, affrontare lo shock naturale tra genitori e figli, ma ancora
cosí, aveva la serenità di sapere che fosse dove fosse, si comporterebbe
onestamente e con onore.
Lei unicamente voleva,
spiegandoli, che egli, suo figlio fosse un uomo onesto e di profitto, e questa
saldezza l’aveva dentro di lei, perchè sapeva che l’ascoltava con rispetto.
Ora già cresciuto questo
bimbo, questo giovane è un adulto risponsabile, serio, degno di essere
ascoltato e que sa prima di tutto ascoltare altrui.
Cammina per le strade, e ha
tanti amici e amiche.
Che grande differenza!! La mamma,
adesso è felice, la sua vita è più rilassata e la allegrezza illumina i suoi
occhi di madre quando viene a visitarla, e l’abbraccia, la bacia, l’accarezza
come si lei, sua mamma, fosse la sua figlia, la dolcezza personificata.
Alcuni giorni vedendola camminare per le strade del paese, incontrandomi
faccia a faccia con lei, vedo scintillare suoi occhi con una luce di felicità
che risulta difficile dimenticare ed è allora, quando, senza parole so che il
suo figlio è venuto a vederla.
Lei attualmente è un po
vecchia, ma non tanto, ha la sapienza di aver dato tutto per il fuo figlio e la
consapevolezza di come affrontare i problemi che la maternità porta in se
stessa. La felicità per tanto sacrifizio, riempi la sua anima di Pace, di
quella Pace Interiore che pochi assaporano nella vita.
Oggi la gente che la vede camminare, la stimano, la rispettano, in certo
modo l’amano, perchè sanno tutto ciò che ha dovuto sacrificare per far crescere
il bimbo. La salutano con amabilità,
(non tutti), ma sí quelli che hanno capito la sua vita, come iniziò tutto.
Di come ha lottato, e con
tanta umiltà, tanti hanno ottenuto aiuto di questo esempio per continuare
avanti!!
Anch’io.
È tutta una leggenda nel
paesino, la storia di questa donna, di questa madre, di questa amica.
Un giorno succedí, terribile
giorno, li viene notificato che il suo figlio è stato arrestato, è stato
accusato di orribile cose.
Il suo cuore sembrava scampare dal suo petto.
Lei, non può credere, e tanti
di noi che la conoscevamo neanche, perchè lei conosce bene il figlio, suo
adorato figlio, e il primo che fece fu correre ai Tribunali dove era arrestato.
Alcuni amici la accompagnarono, per tranquillizzare la sua tensione, il suo
nervosismo e il suo disperato arrabbio.
Entrò, tranquilla,
educatamente, nella magistratura e parló colui che lo aveva arrestato. Quello
solo di disse: “signora, io ho compituo l’ordini che me sono state date deve
parlare con un’altra persona”.
Con il cuore stretto dalla
paura che sentiva, cercò, parlò, cercò di spiegare che era un errore, che suo
figlio non era il colpevole, che suo figlio non era così.
Non ha funzionato. Il suo figlio
dovrebbe rimanere in prigione fino a quando si terrà il processo.
Pochi giorni dopo il dolore è
aumentato nel suo cuore, quando ha dovuto vederlo affrontare la giuria del
tribunale, ammanettato come un criminale. Quando i suoi occhi incontrarono
quello di suo figlio, il suo "bambino", perché nonostante fosse un
adulto, sarebbe sempre stato il suo "ragazzino", le sorrise, cercando
di calmare il dolore. Di nuovo, nei suoi occhi brillarono quelle scintille di
luce e felicità piene di speranza che tutto sarebbe andato bene e che di nuovo
sentirà l'abbraccio di suo figlio, la dolcezza delle sue parole e la carezza
delle sue mani.
Un giorno dopo lo avevano ucciso.
Crocifiggendolo su una rozza croce di legno.
Quindi, quando tutto va
storto, quando tutto non va come vorrei, ricordo con infinita tenerezza
indescrivibile di questa donna, questa mamma che dopo più di trent'anni, e di
tanti sacrifici a dovuto vedere suo figlio morire su una croce per una falsa accusa.
Quindi, quando tutto mi va
storto, ricordo i fiumi di lacrime che non hanno mai smesso di uscire dai loro
occhi, davanti loro figlio.
Per questo, quando tutto mi va storto, mi ricordo di Lei, e poi come un
miracolo divino, mi sembra che ciò che mi succede non ha valore, davanti ciò
che ha dovuto sopportare, e continua a sopportare questa Donna, questa Mamma.
Ricordo, sì, mi ricordo, sempre di Lei, sempre, sempre, sempre.
Lei, l'esempio della sua vita, l'esempio del suo sacrificio, l'esempio del
suo indicibile dolore purificatore e il suo esempio dell'umiltà che ha
costruito accettando l'inaccettabile e proseguendo avanti, questo Suo Esempio
fa che il terreno non scompaia sotto i miei piedi nei miei momenti difficili .
Il suo esempio è la mia ancora di salvezza, davanti allo furente mare della vita.
Quando tutto mi va storto, mi
ricordo di lei, e non voglio che gli altri dimentichino di Lei quando tutto gli
va storto e le cose non sono come vorrebbero che fossero.
Sempre, sempre, sempre, mi
ricordo di Lei.
Ricordo anche suo figlio, ma penso che tutti voi conosciate bene la storia
del Suo Figlio, e ciò che ha dovuto soffrire ingiustamente, per essere stato
ingiustamente accusato.
Quando tutto vi vada storto e
il pavimento scomparva da sotto i vostri piedi, ricordate, ricordate, ricordatela.
E ricordando sentirete i vostri Cuori di Luce battere di nuovo. Il terreno non sparirà da sotto i vostri piedi.
Nel silenzio della mia
stanza, vostro eterno amico, l’Ancestrale Riunificatore.
Antonio Pastor L.
Vellisca, ..... ore il 28
maggio 2018